6 de abril de 2008

El gobierno elige a los medios como rival porque no hay oposición política”

El decano de Comunicación Social de la Universidad Del Salvador, Gustavo Martínez Pandiani, analiza en exclusiva para La Política Online el Observatorio de Medios lanzado por el gobierno. “Para que funcione bien no debería ser un organismo gubernamental”, afirma.




Luego de las incontables embestidas del kirchnerismo por parte de sus dos máximos exponentes, Néstor y Cristina Kirchner, a lo largo de su historia política y sumado al pico de ebullición al que se llegó en las últimas horas, el gobierno salió a marcar el terreno y a mostrar los dientes lanzando el Observatorio de la Discriminación, un ente gubernamental que controlará a los medios de comunicación.
El decano de la facultad de Ciencias de la Educación y Comunicación Social de la Universidad Del Salvador, Gustavo Martínez Pandiani, para analizar esta situación, encuadrarla social y políticamente, y confrontarla con casos similares que aparecen en el mundo.


¿Que opina de este observatorio de medios lanzado por el gobierno?

La propuesta desde un interés académico es muy buena, no viene nada mal tener observatorio de medios. Pero tiene que tener la garantía de un enfoque académico e imparcial. Es decir, tiene que ser una forma de analizar técnicamente que está pasando con la cobertura mediática.
El problema con estas iniciativas cuando estas propulsadas por gobierno o empresas del sector privado es que normalmente terminan siendo parciales en su mirada o condicionadas a una mirada.
Ese es el punto, sobre todo si se tiene en cuenta que el primer nombre que surge es el de Enrique Albistur, muy cuestionado por el manejo de la pauta oficial, por ejemplo.
Por eso, la iniciativa no es mala, pero tiene que tener certezas del tipo técnico-académico. Los organismos inicialmente involucrados son el Inadi o el Comfer, que pueden dar un aporte pero insisto, para que funcione bien no debería ser un organismo gubernamental.


¿Debería tener un perfil de ONG, por ejemplo?

Si, de sociedad civil y sobre todo de mecanismos académicos que te garanticen la falta de intencionalidad política en cualquiera de los sectores.

Ahora, ¿Es difícil separar esta lanzamiento de los constantes embistes de los Kirchner contra los medios? ¿Sobre todo los de los últimos días?

El gobierno mantiene una mirada de sospecha de los medios. Y esa constante apelación a los medios como los malos de la película K tiene que ver con que no existe en la Argentina hoy una oposición fuerte en el ámbito partidario. Entonces el gobierno no encuentra con quien confrontar a nivel político, porque el gobierno construye con lógica de confrontación y no encuentra en la política una contraparte que sea una amenaza. Por eso, elige a una contraparte fuerte para confrontar y los medios están al alcance de la mano, como en su momento eligió a los militares, a la Corte Suprema o al FMI. Yo lo veo como un sustituto o paliativo ante la falta de oposición.

Recién habló de que el gobierno no encuentra una rival que sea una “amenaza”. ¿No puede leerse esta medida como una amenaza a los medios? ¿Una marcada de cancha?

Esto ya estaba previsto, pero cae justo en esta coyuntura, lo cual no es casual. Pero tampoco debería sorprender porque esta situación de tensión con los medios no es nada nuevo, es un clásico en el kirchnerismo y marca una continuidad entre el gobierno de Néstor Kirchner con el de Cristina.
Por eso yo no creo que haya una cuestión ideológica por detrás. Lo que pasa es que hay un tire y afloja constante con los medios, como con el grupo Clarín, que lo transforma por momentos en un romance y en momentos de platos rotos. Si hubiese una cosa de raíz más ideológica sería algo permanente, pero sin embargo no lo es.


El gobierno de Néstor Kirchner sufrió fuertes críticas, incluso de organismos internacionales, en temas como el control de los medios y el manejo de la pauta oficial. ¿Esto no es como buscarse un enemigo interno?


No, porque no existe la prensa como una unidad. Ustedes tienen poco que ver con el grupo Clarín y este a su vez tiene poco que ver con el grupo Hadad. El gobierno con los medios nunca ha tenido una relación pacífica en el discurso, pero nunca ha afectado en nada el negocio de los medios, sobre todo de los grandes grupos económicos. Es más una confrontación discursiva que económica o de poder.
Ningún interés concreto, importante, del grupo Clarín fue afectado por este gobierno. Yo diría que incluso todo lo contrario, porque las licencias se renovaron, etcétera. Hay dos niveles distintos: en la superficie, hay una gran conflictividad; pero en los temas de fondo, yo no veo a este medio cerrando medios. A varios les fue muy bien al menos en términos económicos, habrá que ver como les fue en términos de credibilidad.


Recién señalaba que en otros países existen observatorios de este tipo. ¿Qué diferencias hay?

En España hay varios, en Estados Unidos, pero todos tienen una característica común: están dirigidos por universidades. Son las universidades quienes lo gestionan, porque eso les da la garantía de imparcialidad y de seriedad académica, que no sea cualquier mamarracho. Cualquier iniciativa que no tenga esas características, tiene siempre el riesgo muy serio de quedar como herramienta de manipulación.

Hoy, en concordancia con este lanzamiento, la facultad de Ciencias Sociales de la UBA sacó un comunicado que hablaba de discriminación en la cobertura de los medios contra el gobierno. ¿Le llamó la atención?


Me llamó la atención que con tanta rapidez se prepare un informe sobre un fenómeno que debe ser muy estudiado y que no creo que se pueda hacer en 48 horas. Si bien tengo algunos indicios que me dicen que parte de ese informe tiene ciertas razones, porque hay una parte de los medios –sobretodo el televisivo- que apostó por la clase media. Pero para tener semejante contundencia como la que muestra este informe, hay que estudiarlo muy bien.
Pero por lo que se ve en el informe, señala discriminación de los medios hacia el gobierno, pero no hace mención a la discriminación de los oradores del gobierno. La propia presidenta trató de “golpistas” a la gente del campo y los vinculó con resabios de la última dictadura militar.
Totalmente de acuerdo. Por eso digo que por hacerlo tan rápido, es probable que sea parcial. Por que es cierto, también hay que analizar eso, o a los medios más cercanos al gobierno que lenguaje utilizaron para expresarse respecto de los caceroleros. Ahí también se vio en algunas revistas y en algún diario más bien oficialista que caracterizaron a los caceroleros como ricachones.
Fuente La Politica On Line