16 de marzo de 2006

El peso de la sombra K

El diario La Nueva Provincia cuenta hoy que ocurría 'puertas adentro' de la Rosada, mientras Acevedo caía en su provincia. A continuación la nota:
"El problema es que mientras Néstor corre a doscientos por hora, Sergio iba a veinte". Una alta fuente de la Casa Rosada definía anoche de manera tan tajante la razón central que encontraban en la decisión de Sergio Acevedo de presentar su renuncia. Es decir, los tiempos de gestión del santacruceño más ilustre excedían -y generaban no pocas rabietas en el principal despacho de Balcarce 50- los del ahora ex gobernador.
Sería, en verdad, un acto de reduccionismo mayúsculo adjudicar todas las razones de la dimisión de Acevedo a esos dispares tempos a la hora de gestionar.
Puede ser, como se dice que ocurrió, que Kirchner le haya reprochado en su oportunidad al ex mandatario por la demora en otorgar un aumento salarial a los trabajadores estatales. O que le reclamara por el lento avance de la investigación del asesinato del policía Sayago. Y aún más atrás, que el presidente y su esposa, Cristina Fernández, tuviesen una mirada absolutamente crítica de la impericia de Acevedo para resolver el larguísimo conflicto petrolero, que fue el desencadenante de la tragedia de Las Heras.
Lo que se sabe y no se dice tanto en Buenos Aires como en Río Gallegos, es que Acevedo era un mero ejecutor -a veces tardío, según aquellos reproches- de políticas que se dictaban directamente desde la Casa Rosada.
Se contaba ayer en la capital santacruceña que Acevedo sufría fuertes ataques de depresión por esta causa. Tanto, que en los últimos tiempos, según lo reflejaba gráficamente una fuente del ministerio de Planificación, había comenzado a "cortarse por las suyas" en algunas decisiones. Fue el principio del fin para un hombre que sentía la sombra de Néstor Kirchner detrás de su sillón de gobernador. Le dolió en ese marco que se leyera su decisión de repatriar los fondos de Santa Cruz como "una iniciativa" de la Casa Rosada.
Decían también ayer en el ministerio del Interior, como si hubiesen descubierto la pólvora, que el principio del fin de Acevedo comenzó a escribirse en Las Heras. Algunos confidentes de Aníbal Fernández no dejaban de mencionar un dato: Kirchner recibió hace dos noches en su despacho a Lorena Castro, la viuda de Sayago, una mujer que desde que la tragedia le cayó encima se había convertido en una feroz crítica de Acevedo.
Kichner habría reprobado además con fuertes rabietas la pasividad de Acevedo y la administración provincial para contrarrestar la información que entregaban los petroleros y activistas de Las Heras acerca de que la policía local estaba teniendo comportamientos "iguales a los de la época de la dictadura militar", según lo denunció el propio párroco del lugar.
En verdad el presidente recibió en los últimos días, y también durante la reunión con la viuda de Sayago, informes incontrastables sobre los excesos cometidos por la policía de Santa Cruz y por los efectivos de Gendarmería allí apostados a la hora de practicar detenciones y allanamientos en busca de sospechosos del bárbaro crimen.
El presidente, se recordaba también en pasillos gubernamentales, sintió como una afrenta propia y sólo achacable a la impericia de Acevedo el autoacuartelamiento de la policía provincial en demanda de mejoras salariales.
Tantos desencuentros fueron abriendo una brecha irrecuperable en la relación de Kirchner y Acevedo, quien además criticaba sin ser escuchado en Buenos Aires que el presidente permitía a Julio de Vido asumir acciones y políticas a espaldas del ex gobernador. También supo el renunciante mandatario que el ministro en cuestión había empezado a hacer campaña con punteros locales para instalar su candidatura a gobernador en 2007, presuntamente con el aval del presidente.
Ironías de la política, una de las luchas que venía perdiendo el ex gobernador y que terminó por llevarlo de vuelta al llano, se concretó ayer en la Casa Rosada, cuando Felisa Miceli y Hugo Moyano anunciaron una rebaja en el Impuesto a las Ganancias para trabajadores privados y autónomos, casi al mismo tiempo en el que se daba a conocer el texto de su renuncia.
Un vocero directo del presidente de la Nación intentó anoche restarle dramatismo, y mucho menos sorpresa, a la decisión de Acevedo de presentar su renuncia. "Kirchner y su esposa hace como un mes que saben que se iba a ir".

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