8 de febrero de 2006


¿De qué estamos hechos?

Nadie está en condiciones de juzgar qué noticia es más importante. Existe por estos días una ilógica mediática que desconcierta.
Se buscan culpables, se endilgan causas a diestra y siniestra.
Durante tres semanas en forma contínua se venía tratando el conflicto petrolero. Todos los ires y venires de la cosa.
Reuniones, plenarios, viajes, compaces de espera, viáticos y cero acuerdos.
Funcionarios de todos los estamentos correspondientes marcaron surcos de tanto ir y venir. Las negociaciones nunca llegaron a feliz término. Una medida del orden nacional detonó la insatisfacción de un sector obrero que pelea por hacer valer su trabajo.
Los sindicalistas llegaron a sacarse chispas entre ellos, ni de un lado ni del otro surgieron soluciones, algunas opciones quedaron en ser analizadas por uno y otro sector.
Hasta que, en una situación confusa de la cual el resultado más espantoso derivó en un muerto. Una familia quedó deshecha, por la intolerancia de quien o quienes ahora se esconden detrás de una protesta salarial.
No sólo un arma estalló contra ese cuerpo, los grupos enfrentados se posicionaron aún más, al dividirse entre policías y trabajadores, pero...un oficial de la policía ¿no es un trabajador?, ¿no tiene derechos? y su familia?.
Los odios crecen de manera que espanta. Ese hombre, ese trabajador santacruceño pagó con su vida, por ese trabajo que le permitía llevar, baya uno a saber cuánto dinero y si le alcanzaba a su hogar para mantener dignamente a esa esposa, a esa hija.
La noticia es terrible, a punto tal que todos los medios nacionales salieron a ver qué pasaba, todos los sectores salieron a dar opinión, a tomar posición.
La llegada de las fuerzas nacionales no aseguran la estabilidad social, pero, en virtud de los acontencimientos: algo había que hacer.
Esto no termina y quiera Dios que no sigan llenándose fosas.
Toda esta situación viene a cuento, por lo increíble de la conmoción que ocasionó cuando: en Río Turbio hay niños en peligro.
Muchos dirán todos los pequeños del mundo están en peligro, pero...a las criaturas que nos referimos las están PROSTITUYENDO.
Hay mayores supuestamente responsables de los derechos de esos angelitos que en lugar de cubrir las necesidades mínimas de los infantes se dedicaban a prostituírlos a cambio de dinero o bolsas de comida.
Esto, TAMBIEN es indignante. Pero la noticia recién comienza a darse a conocer en el ámbito nacional y en menor medida, como si el hecho tuviera menor importancia.
Un hombre murió cumpliendo su trabajo, pero en otro rincón de esta provincia, hay niños que gracias a la indiferencia quisquillosa de algunos funcionarios quedaron a la buena de Dios en un gimnasio sin ningún tipo de resguardo más que la compañía de una madre que sólo acusó sorpresa cuando los periodistas que la encontraron esperando que 'los de sociales' les lleven comida.
Se eriza la piel al verlos. Juegan como todo chico con algunos pocos juguetes. Una jueza no fue capáz de resguardar a esas criaturas que tienen su infancia monstruosamente desdibujada.
¿Qué noticia es más importante?, las dos son terribles. Hay que esperar que esos niños crezcan y cuando tengan conciencia de lo que les ha sucedido se suiciden.
Es el momento para que la sociedad en todos sus estamentos se levante y combata con armas leales y lógicas este flagelo, para que no crezca.
Seres enfermos, con valla uno a saber qué trauma arrastra desde sus primeros años, son quienes sostienen ese NEGOCIO.
Hay leyes, reglamentos, ministerios, asociaciones, direcciones, vecinos, todos deben comprometerse, todos deben actuar, antes que sea demasiado tarde.
La sociedad debe decir basta a los abusos, a la indiferencia, a la corrupción.

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